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¿Cómo EE.UU. acaba con las empresas que se niegan a someterse a las escuchas?
¿Por qué el fundador del servicio de correo electrónico Lavabit decidió cerrarlo repentinamente? ¿Qué órgano de EE.UU. está autorizado a demandar un cierre tras la negativa de someterse al espionaje generalizado?
Según los periodistas de 'The New Yorker', el fundador de Lavabit, Ladar Levison, podría recibir una carta de una organización que tiene que ver con la seguridad nacional de EE.UU.: el FBI o el Tribunal de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISA, por sus siglas en inglés) que tiene todos los derechos para obligar a cualquier empresa estadounidense a participar en el espionaje generalizado, es decir, someterse a las escuchas realizadas incluso por la NSA.
Este tribunal fue fundado en 1978 tras las recomendaciones del Comité Eclesiástico del Senado para supervisar solicitudes de vigilancia contra presuntos agentes de inteligencia extranjeros dentro de EE.UU. por las agencias de seguridad federales. Durante las últimas décadas sus poderes han evolucionado y ampliado hasta el punto de que los periodistas de 'The New York Times' lo calificaron como "casi una Corte Suprema paralela".
Desde el año 2000 el tribunal examinó 21.668 órdenes para realizar espionaje (en la mayoría, procedentes de la NSA y el FBI) y negó solamente 11. Según las filtraciones de Edward Snowden, desde el año 2006 el Gobierno de EE.UU. pedía cada 90 días al Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera renovar la orden que obliga a los proveedores nacionales de telecomunicaciones a entregar metadatos telefónicos de los ciudadanos estadounidenses.
El jefe del Tribunal, Reggie Walton, confirmó en julio pasado que los procedimientos, decisiones y motivos legales del FISA son clasificados.
Según 'The New Yorker', el tribunal puede utilizar muchos castigos tras la negativa a someterse al espionaje: multas clasificadas para cada día de incumplimiento de la orden, o incluso mandar a los ejecutivos a una cárcel secreta por desacato civil.
Los periodistas están seguros de que la situación actual de secretismo en el FISA "atrapa a las compañías en el dilema del prisionero": Microsoft no sabe si Google se resiste heroicamente a las órdenes de la NSA, respaldadas por el FISA; el jefe de Apple, Tim Cook, no sabe si el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, se enfrenta a la cárcel por luchar por la libertad.
"Ninguna empresa quiere ser la única en reconocer su cooperación bajo el PRISM y otros programas, ni tener una pinta de débil en los asuntos de la privacidad y ponerse frente a una desventaja competitiva. Es por eso que Google y otras compañías están pidiendo mediante el derecho revelar su participación. Y, por supuesto, ninguna quiere ser la primera empresa cerrada por desacato civil", escribe 'The New Yorker'.
Muy pocas empresas estadounidenses han logrado enfrentarse con el Tribunal de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera. Por ejemplo, Yahoo resistió a las órdenes de la FISA en 2007 y 2008, confirma Walton. Pero finalmente Yahoo cedió ante la amenaza de ser cerrada por desacato civil. En cada caso, la empresa luchó para informar a los usuarios de lo que estaba ocurriendo, pero le negaron este derecho.
Este tribunal fue fundado en 1978 tras las recomendaciones del Comité Eclesiástico del Senado para supervisar solicitudes de vigilancia contra presuntos agentes de inteligencia extranjeros dentro de EE.UU. por las agencias de seguridad federales. Durante las últimas décadas sus poderes han evolucionado y ampliado hasta el punto de que los periodistas de 'The New York Times' lo calificaron como "casi una Corte Suprema paralela".
Ninguna empresa quiere ser la única en reconocer su cooperación bajo el PRISM y otros programas
Desde el año 2000 el tribunal examinó 21.668 órdenes para realizar espionaje (en la mayoría, procedentes de la NSA y el FBI) y negó solamente 11. Según las filtraciones de Edward Snowden, desde el año 2006 el Gobierno de EE.UU. pedía cada 90 días al Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera renovar la orden que obliga a los proveedores nacionales de telecomunicaciones a entregar metadatos telefónicos de los ciudadanos estadounidenses.
El jefe del Tribunal, Reggie Walton, confirmó en julio pasado que los procedimientos, decisiones y motivos legales del FISA son clasificados.
Según 'The New Yorker', el tribunal puede utilizar muchos castigos tras la negativa a someterse al espionaje: multas clasificadas para cada día de incumplimiento de la orden, o incluso mandar a los ejecutivos a una cárcel secreta por desacato civil.
Los periodistas están seguros de que la situación actual de secretismo en el FISA "atrapa a las compañías en el dilema del prisionero": Microsoft no sabe si Google se resiste heroicamente a las órdenes de la NSA, respaldadas por el FISA; el jefe de Apple, Tim Cook, no sabe si el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, se enfrenta a la cárcel por luchar por la libertad.
"Ninguna empresa quiere ser la única en reconocer su cooperación bajo el PRISM y otros programas, ni tener una pinta de débil en los asuntos de la privacidad y ponerse frente a una desventaja competitiva. Es por eso que Google y otras compañías están pidiendo mediante el derecho revelar su participación. Y, por supuesto, ninguna quiere ser la primera empresa cerrada por desacato civil", escribe 'The New Yorker'.
Muy pocas empresas estadounidenses han logrado enfrentarse con el Tribunal de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera. Por ejemplo, Yahoo resistió a las órdenes de la FISA en 2007 y 2008, confirma Walton. Pero finalmente Yahoo cedió ante la amenaza de ser cerrada por desacato civil. En cada caso, la empresa luchó para informar a los usuarios de lo que estaba ocurriendo, pero le negaron este derecho.
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