Opinión
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Carmen Parejo Rendón
Escritora y analista en distintos medios audiovisuales y escritos. Directora del medio digital
Revista La Comuna. Colaboradora en Hispan TV y Telesur. Enfocada en el estudio y análisis de
la realidad latinoamericana y de Asia Occidental.
Los recortes durante el gobierno de Macron y su polémica reforma de las pensiones, solo han profundizado una tensión social que va en aumento desde hace más de veinte años.
Resolver la cuestión palestina debe enfrentar todas sus aristas, incluida la imposibilidad de mantener un proyecto político basado en una dialéctica de colonización- desposesión de la tierra.
Los medios en Europa han tratado esta tragedia con frialdad, lo que se ha convertido en una práctica habitual.
Lo que supone una contrariedad para la unipolaridad estadounidense, supone, a su vez, una liberación para gran parte del mundo, que deja de ser dependiente de EE.UU. o Europa.
No es de extrañar que el presidente galo haya querido buscar una alternativa a la Françafrique, convirtiéndose, y de forma ascendente, en el mayor representante de la histeria belicista europea y de las provocaciones a Rusia.
Estamos en un contexto donde Occidente (EE.UU. y Europa) están perdiendo su hegemonía y ante esto hay dos opciones: una guerra contra el mundo o bien aceptar este cambio geopolítico y tratar de integrarse con dignidad en un mundo multipolar.
La primera fase fue la simbólica, mientras que la segunda etapa debe ser la de construcción, organización y articulación política.
Tras el golpe de Estado popular en Níger en 2023, se puso sobre la mesa que la supuesta independencia energética de Francia era una falacia que solo se sostenía por la dominación económica que ha mantenido sobre sus antiguas colonias.
Convocar unas nuevas elecciones en Palestina en el actual contexto muy probablemente solo serviría para fortalecer la legitimidad de Hamás como interlocutor.
En este mundo en pugna, los pueblos discierne claramente quién es un aliado y quiénes son los auténticos enemigos de la humanidad.
Mientras que consideran inaceptable exigir que dejen de bombardear a niños en Palestina, los organizadores de este certamen asumen que pedir ayudas para batallones neonazis es un acto claramente "apolítico".
Para EE.UU. en 1947, el fascismo no era un peligro, sino un instrumento que utilizar contra el comunismo y en su lucha geopolítica contra la Unión Soviética.